Constantemente se oye decir lo importante que es enseñar a los niños el valor de las cosas y no su precio, para que, cuando sean mayores, puedan valorarlas por lo que realmente son y no por lo que cuesten. Pero a la hora de la verdad, ¿Cómo hacemos esto? Os dejamos estos 5 Tips para enseñar el valor de las cosas que os ayudarán en en esta labor.
1. Caja de tesoros callejeros: Estas cosas que no cuestan nada y están por todas partes, no solo encantan a los niños sino que en algunas pedagogías (Waldorf o Loris Malagucci por poner algunos ejemplos) son consideradas como material educativo de primer orden. Sí, lo sé, a ninguno nos gusta tener la casa llena de palos, piedras, piñas, plásticos y cualquier cosa que a los peques les resulte llamativa en sus paseos. Una solución para no menospreciar esos "tesoros" es permitirles coleccionarlos. Claro, esto suena bien pero ¿Cómo poner límite a la cantidad? Para nosotros, la mejor solución es permitir tener tantos como quepan en una caja. Cuando esta se llena, tienen que ir seleccionando los mejores y desechando el resto. Además, estas cajas de "tesoros callejeros" son geniales a la hora de buscar materiales para hacer alguna manualidad. No tienen precio como materiales sensoriales y, en la mayoría de los casos, sirven para desarrollar la inteligencia naturalista. ¿Se puede pedir más por menos?
2. Regalar o aceptar sólo cosas caseras en los cumpleaños: Cada vez más, los cumpleaños infantiles se están convirtiendo en auténticas orgías consumistas. Desde los lugares de celebración hasta la cantidad de invitados y regalos que traen estos. Una de las mejores maneras de terminar con esta espiral materialista es implicar a los niños en todo lo relativo a los cumpleaños. Podemos hacer con ellos la lista de invitados, la decoración, elaborar bonitas invitaciones y pedir que los regalos sean caseros (hoy día se pueden encontrar por internet muchas ideas para hacer preciosos juguetes, adornos o, por qué no, hasta cuentos en el que el cumpleañero sea el protagonista) También podemos contribuir a que los cumpleaños sean menos costosos pero igual de valiosos celebrándolos en espacios públicos. Bien en parques y jardines, si el tiempo lo permite, o solicitando con antelación la cesión de un espacio en algún centro cívico del barrio.
3. Enmarcar o dar un lugar importante en la casa a las obras de arte caseras: Las neveras son sitios de honor en muchas casas. Cuando hay niños es fácil verlas llenas de dibujos. Si quieres ir un paso más allá, enmarca alguno (y no solo de los niños, que vean que lo "hecho a mano" es valioso lo haga quien lo haga) y colócalo en otra habitación. Haced bonitos carteles para las distintas habitaciones de la casa, usad algún dibujo para forrar un cuaderno o una cajita,...¡Hay mil opciones! Fijaos lo que consiguió esta mamá al compartir su arte con su pequeña de 4 años.
4. Personalizar nuestras cosas: Ropa, zapatos, mochilas, gorros, posa vasos, cuadernos lapiceros, coleteros, bufandas, cordones de zapatos. ¡Todo vale para dejar nuestra "marca personal"! De esta manera, enseñaremos a los más pequeños que podemos disfrutar de cosas únicas e irrepetibles sin necesidad de haber gastado en una marca conocida. Si, además lo podemos hacer con materiales reciclados, mejor que mejor. De todos modos, casi cualquier cosa vale: botones, un poco de lana, fieltro, papel de regalo, una bonita tela,... Las posibilidades son infinitas!
5. Nunca menospreciar un trabajo o afición por su falta de beneficios: Bailar, patinar, hacer fotos ..., si le apasiona, el día de mañana puede ser una profesión maravillosa. No les desalientes con frases del tipo: "de eso es muy difícil salir adelante", "con eso no se gana dinero", "como hobby no está mal". Estos comentarios minan su confianza y les frenan a la hora de continuar indagando en sus intereses.
El futuro es incierto para todos, no se puede prever qué profesión será "la mejor" en 20 años. Lo que sí podemos saber desde ya, es que si no permitimos a los más pequeños explorar qué les apasiona, será muy difícil que terminen siendo felices en aquello a lo que se dediquen. Si no son capaces de valorar las cosas más allá de su precio puede que nunca lleguen a atreverse a perseguir sus sueños.
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