¿Necesitan los niños que les enseñen a pensar?

En las últimas semanas, debido en parte al revuelo que está causando en España la reforma de la ley educativa, venimos viendo pancartas y escuchando en airados debates, que la educación tradicional está anticuada (sobre esto no tenemos ninguna duda) y que los niños lo que necesitan es que les enseñen a pensar. Pero de verdad, ¿Necesitan los niños que les enseñen a pensar?

¿Necesitan los niños que les enseñen a pensar?
1. Si te molestas en preguntar a los niños, verás que tienen muy claras sus posturas sobre la mayoría de las cosas. Identifican perfectamente lo que les gusta y lo que no. Son capaces de discernir entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo valioso y lo que carece de valor,... En ocasiones hacen todo esto, incluso, mejor que muchos adultos.

2. Los niños tienen una curiosidad infinita, se mueren por aprenderlo todo. Imagino que a nadie que haya pasado un día con un niño se le ha escapado, la cantidad de veces que son capaces de preguntar (en todas sus variantes posibles) por el porqué de las cosas que ven, les rodean o inquietan.


3. La imaginación de los niños es prodigiosa. Son capaces de encontrar con qué divertirse casi sin nada, de hallar la respuesta menos esperada al problema más enrevesado y de sacarle el máximo partido a todo cuanto se les pone por delante.


Concluyendo, si, como hemos visto, los niños tienen una enorme capacidad de razonamiento, ganas de aprender y creatividad ¿Qué van a necesitar que les enseñemos a pensar? En realidad lo que ellos necesitan es que les pongamos frente a cosas que no maten todas esas fantásticas cualidades que ya poseen. Es decir:

1. Que les ayudemos a expresar su capacidad de razonar mediante la expresión oral y escrita. A defender sus puntos de vista frente a los otros y a preguntar sobre las inquietudes que les puedan plantear sus respuestas. En definitiva, a ser críticos con la información que reciben.

2. Motivarles a seguir aprendiendo. Actualmente muchos niños son machacados con la memorización y repetición de tareas. Esto, tristemente, hace que esa curiosidad natural y ese amor por aprender se pierdan. Es importante que seamos capaces de ofrecerles contenidos interesantes, que les apasionen y lo más cercanos posible a sus vivencias cotidianas e inquietudes.

El temor a las consecuencias mina la creatividad.
3. Estimular su creatividad. Este es el mayor reto (a nuestro juicio) de la educación. Los niños son naturalmente creativos pero, a base de censurar sus propuestas, terminan adaptándose a lo que se considera correcto. Hay que invitar al niño, siempre, a seguir intentando las cosas y a buscar nuevas soluciones. El error es una de las cosas más importantes en el aprendizaje y que, en ocasiones, censuramos. A la larga esto lo que hace es que los pequeños dejen de innovar por temor a las consecuencias de sus errores y se vayan adaptando a seguir las pautas marcadas en detrimento de su capacidad creativa.

El juego libre, con abundancia de materiales (sensoriales, intelectuales, estructurados y no estructurados, de referencia y consulta) y adultos que se encarguen de acompañar de forma respetuosa, son los mejores ingredientes para favorecer el aprendizaje. 

Lo importante no es enseñarles a pensar, sino darles cosas en las que merezca la pena hacerlo.

¿Y tú qué crees, necesitan que les enseñen a pensar? No te olvides de dar a compartir o dejar algún comentario, si te ha gustado ;)

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