Regalo: La chica de la tiara, un cuento que todo el mundo debería leer

Hace unos días, en la fanpage de ShikobaKids os compartí un libro sobre educación que nos regalaba María Pérez. Hoy esta autora, a la que tengo el orgullo de poder llamar amiga, nos hace otro regalo, un cuento inspirado en una historia real que le sucedió a ella misma y que, nos emociona por darnos una lección de vida indispensable. En Shikoba (cuyo significado viene a ser "yo existo para ti") nos sentimos felices de que en el mundo, cada vez más personas, existamos y nos movamos cada día por y para los demás.

Papá, mamá... no fue la LOGSE

Y ya os dejamos con este maravilloso cuento que todo el mundo debería leer:




La chica de la tiara

Era otra tarde tranquila en un mercado artesano de Edimburgo. Puesto que era un día normal, con un tiempo normal, la mujer tras el puesto de dulces sólo esperaba clientes normales. Desenvolvió sus galletas, colocó y recolocó los pasteles, ordenó los chocolates y se dedicó a observar a la gente ir y venir. Le gustaba pararse a mirar el mundo y pretender que entendía cómo funcionaban las personas.
Mientras estaba allí sentada, observó a una chica acercarse. Era una chica con vaqueros y mochila, era una chica de expresión tranquila y amable. “Probablemente venga de alguna clase en la Universidad”, habría pensado, ¡si no hubiera estado completamente distraída mirando su cabeza! Sobre su pelo rubio relucía una tiara. No una diadema, no un lazo con un broche de brillantes, una tiara: una corona hecha de cientos de piedrecitas resplandecientes, de las que sólo llevan las novias en las bodas o las princesas en las películas. Contuvo una sonrisa condescendiente, así como la tentación de hacerle una pequeña reverencia, e intentó redirigir sus pensamientos a zonas más constructivas. “A lo mejor es un poco ‘especial’, como un personaje de libro”. Era un buen comienzo, normalmente le gustaban mucho los personajes especiales en los libros.
La chica se acercó y hablaron durante un rato, lo cual fue aún más desconcertante para la vendedora, porque la chica no parecía especial. Después de darle el cambio por la galleta que había comprado y no pudiendo resistir más la curiosidad le dijo:

-Perdona, ¿te importa si te pregunto por la tiara?

La chica sonrió mientras se la quitaba y la sostenía en la mano.

-Claro que puedes preguntar. La llevo para hacer feliz a la gente, ¿quieres probar?

La vendedora cogió la tiara que ella le estaba pasando más por diversión que por otra cosa, y mientras se la ponía pensaba si se refería a ella como algún tipo de amuleto. Se volvió para mirarse en el espejo del puesto y rió ante su propia imagen, ante la mujer que le devolvía la mirada con ojos de niña. Se volvió hacia la chica y ésta también sonreía:

-¿Ves por qué la llevo todos los días? La gente me pregunta por ella, yo se la ofrezco y en el momento en que se la ponen puedes ver esa expresión de felicidad en sus caras. La llevo por la gente.


La chica se marchó y la mujer del puesto se quedó pensando que después de todo sí que era una persona especial… y un día especial, en un sitio especial.


Si os ha gustado y os parece tan emocionante como a nosotros podéis leer, si no los conocéis los maravillosos libros de cuentos de Jorge Bucay o, en otra línea, igual de inspiradores pero menos "poéticos" los de Rafael Santandreu.

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